EL HOMBRE ES UN VASO

El hombre es un vaso

Romanos 9:21  ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y oro para deshonra?

Romanos 9:23  Para dar a conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria.

2 Corintios 4:7  Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.

Romanos 9:21 revela el propósito con el cual Dios creó al hombre. En efecto, este versículo es único en su género con respecto a la revelación del propósito de Dios referente a la creación del hombre. Sin este versículo sería difícil para nosotros entender que Dios creó al hombre con el fin de hacer de él un vaso que pudiera contenerle. Todos debemos entender cabalmente que somos envases de Dios y que Él es nuestro contenido. Somos vasos de barro, y Dios es nuestro tesoro y contenido.

Dios nos eligió con una meta específica: tener muchos vasos que le contengan y le expresen por la eternidad. Dios nos creó de tal modo que tenemos la capacidad para recibirle en nuestro interior y contenerle como nuestra vida y nuestro suministro de vida, con el fin de que seamos uno con Él, para expresar lo que Él es, y para que Él sea glorificado en nosotros y con nosotros. Ésta es la meta eterna de la elección de Dios y es también nuestro destino eterno.

Este pasaje de la Palabra también revela la cima de nuestra utilidad para Dios, a saber: no hemos de ser usados por Él simplemente como siervos, sacerdotes y reyes, sino como vasos que han de contenerle y expresarle. Si hemos de ser usados como Sus vasos, ciertamente Él tiene que ser uno con nosotros. Somos Sus envases y Su expresión; Él es nuestro contenido y nuestra vida. Él vive en nosotros para que nosotros podamos vivir por Él. Finalmente Él y nosotros, nosotros y Él, seremos uno tanto en vida como en naturaleza. .

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